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03 noviembre, 2024

Sopa de albatros


Un ciego ordena una sopa de albatros en un restaurante playero, la degusta, se dirige hacia el mar y se quita la vida ahogándose en él, ¿por qué?

Ese acertijo me persigue desde que me lo propusieron adivinar. Siempre me lo imaginé en California, en las poco pacíficas playas del Pacífico. Hay algo en la imagen del restaurante y el drama escénico que precisa de esas vastas extensiones arenosas, agua furiosa y pueblos solitarios.

Hoy, día en el que finalmente conozco estos lares, el sol da la pelea por dar paso entre la bruma y las nubes. El mar con su eterna cadencia suspira y se oxigena en cada embestida contra las rocas. Usualmente estos lugares reciben miles de turistas desesperados por una foto más que probablemente nunca volverán a ver, pero no hoy. El destino quiso que haya reparaciones en la ruta 1 y que todo un tramo esté inaccesible, y nada asusta al turismo masivo más que la falta de comodidad. Hoy solo hay amor entre las algas, la espuma de las olas, los leones marinos, la arena púrpura, y los albatros.

Un hombre ciego... Me pregunto si realmente sucedió. Lo maravilloso de las fábulas es tener fe en ellas. Creerlas es fabuloso. Así y todo me suena a historia real. El juego consiste en esa parte del cuento, y luego la audiencia debe hacer preguntas que pueden ser únicamente respondidas por sí o por no hasta descifrarlo. Estando de este lado del cuento recuerdo las palabras de Kerouac: ahí me encontraba yo, descifrando anónimamente el universo. Para mí que se refería a esta actividad lúdica, y pensaba... Un hombre ciego...

¿Cómo sabrá una sopa de albatros? ¿Será salada como el agua que rodea a su protagonista toda su vida? ¿Tendrá algún secreto su cocción? Cortar vegetales en rodajas o cubos según le inspire su forma, saltear, agregar el albatro minuciosamente desplumado, deshuesado y picado, cubrir con abundante agua, sal (no tanta pues la carne ya es salada de por sí) y pimienta a gusto. Por los terruños del cono sur no tenemos la costumbre de comer sopas de aves marinas, y algo me dice que no queda bien a la parrilla. Por las dudas tampoco lo voy a averiguar.

Final trágico si los hay, replicando la muerte de Alfonsina. De haberse conocido con Jack, seguramente hubiesen sido amigues. El enigma, asimismo, no les hubiese resultado divertido. Hundirse en el mar es cualquier cosa menos gracioso.

Así que acá me encuentro, cumpliendo un sueño, deleitándome en Big Sur como planeé tantos años y pese a las reparaciones en el Bixby Bridge. El murmullo de las olas susurra no solo la solución al juego sino también la tentación, como un abismo pidiendo ser experimentado. Por eso, en honor a la amistad que hubiera sido entre grandes escritores que nunca se conocieron, buscaré un lugar para beber y les dedicaré estas palabras.


25 septiembre, 2024

Frecuencia de resonancia

Existe un concepto físico muy loco que es el que le da título a este texto, que trata de que todo cuerpo en este universo tiene una propiedad: si resuena a determinada frecuencia se rompe. A esa cantidad se la llama frecuencia de resonancia.
Cuando empezás a notarlo lo encontrás por todos lados. Está en este momento en ese estante de la heladera que hace ruido cuando se prende. Está en las cuerdas de la guitarra diseñadas para sonar en MiLaReSolSiMi. En los bailes, cuando tu cuerpo vibra con los bajos que encuentran la frecuencia de tu cuerpo. En las hamacas de Firmat, en el recibidor de WiFi, en los fotones que salen del átomo excitado porque alcanzaron toda la energía que se le podía dar hasta que salen despedidos en forma de luz y llegan a tus ojos color Pinot Noir.
Nikola Tesla era un obsesionado de este término. Él creía fervientemente que se le podía dar energía eléctrica a cualquier habitante de la tierra tan solo haciéndola vibrar en su frecuencia de resonancia electromagnética. Un anarquista. En sus experimentaciones, derrumbó un edificio entero haciendo golpear un pequeño compresor sobre uno de sus pilares hasta que encontró el número exacto y toda la estructura empezó a crujir. Así de potente es, un multiplicador exponencial del esfuerzo.
Mi teoría es que también aplica a otros aspectos humanos. Vibramos en muchos otros niveles: químicos, hormonales, olfativos, humorísticos, intelectuales. Nuestra fascinación por las personas carismáticas, la transferencia psicoanalítica y las revoluciones sociales son algunos ejemplos. El caso más simple es el del amor, presente en lo fraternal y lo sororo, y por supuesto en lo romántico. Lo último es tan reconocible que no entiendo cómo Hertz no empezó por ahí. Ya fue descrito vastamente en gigas y gigas de textos a tal punto que parece no valer la pena ahondar, pero sí, porque son los responsables de esos nervios enormes al hablar con quien te gusta, de esas torpezas, de ese repaso de todo lo dicho, de la corrección a posteriori que nunca será expresada, del no lo puedo creer, del estoy loco por vos, de la fascinación, de la magia. La opuesta también es cierta, y en criollo se dice no hay que gastar pólvora en chimangos.
Lo verdaderamente llamativo es la segunda parte. Excitado en su punto climácico, todo se rompe. Por eso no conocemos las notas puras, porque el instrumento desde el cual saldría para expresarla se tendría que romper. Llevado a mi teoría, la clave de vibrar alto y vivir para contarlo es acercarse al amor ideal infinitamente, en su límite. Tender a conocerlo sin nunca llegar a hacerlo. Si no, le sucede lo que a las copas de cristal cuando cantaba Farinelli. Por eso bien podría este texto haber sido una oda a la imperfección amable, a la incomodidad suave, a la agradabilidad de un domingo medio aburrido, al sano picor de sentir un poco de celos, a las geminianas, a las combinaciones agridulces. Porque lo bueno, si es un poquito largo, dos veces bueno.

07 agosto, 2024

Resurrección

Hace muchos años, en el 2012 por lo que veo, me enojé muchísimo cuando me di cuenta que mi post estrella, uno titulado muy sugestivamente "Porno rosarino", había sido borrado por Blogger. Busqué en todos los términos y condiciones, acudí a los foros de soporte de Google (que ya poseía la plataforma hacía rato), y nada decía que podían censurarme de esa manera, incluso sin tener el aviso de que el blog podía contener contenido para adultos. Recuerdo patente haber peleado con capa y espada por lo que me pareció en ese momento la injusticia más grande que en mi corta vida de 28 años había acontecido. Víctima de la censura, arre. Pero sí.
Logré recuperar el post a través de archive.org. Algún día lo voy a repostear, con el aviso correspondiente de que (¿de qué?) puede contener contenidos para adultos, porque desde el 2015 anunciaron que esto era posible. Se puede ver acá: https://web.archive.org/web/20111001033339/http://sinono.blogspot.com/2008/02/porno-rosarino.html. Entren un segundo por favor y díganme si es contenido para adultos... Por favor... qué baja que estaba la vara antes de la creación de Instagram.
Todo este descargo para decir que voy a volver a usar esta plataforma de mierda para volcar mis escritos. Aunque ya nadie escriba, aunque ya nadie lea, porque es aburrido. Porque estamos dominados por el déficit de atención. Porque es inútil, vacío. Porque todo el contenido es muchísimo y no hace falta más, no nos alcanza la vida ni la salud mental para ver todos los reels que se publicaron hoy. Porque nadie dice lo que piensa, al algoritmo lo entrenamos para que nos dé lo que nos gusta y prevenimos que se nos contamine con los gustos de otras personas, no hay lugar para el otro, nunca, eternamente. Porque leo a mí yo del pasado y no estaba tan mal, me gusta que haya existido, releerse es como encontrarse con un hermanito menor. Porque están pasando mil cosas al mismo tiempo en el mismo lugar (peliculón), y nuestra relación con los hechos tiene como único objetivo en la viralidad, donde el exceso de correción política es la novia de la incorrección política. Porque si va a haber una columna de opinión que no sea en los diarios, que sea en un blog cuasi anónimo en el que también se vuelcan fotos de pornos bizarros y prosa pop. Los formatos están agotados, todo el lenguaje es uno solo, tan solo un tweet ha sido escrito, un solo hombre ha nacido, un solo hombre ha muerto en la tierra. Justamente por todo eso. Y porque, como decían en la porno (que me censuraron) en su escena más legendaria en la que el chofer invita a la aristócrata y a su mucama a jugar con uno de verdad: ¿por qué no?
Bienvenides, una vez más, a este espacio denominado desde el 2006: Si sí, sí. Si no, no.