Si se suponía que la maratón de recitales terminase junto con junio, consideremos esto como una elongación.
Jueves 10/7/2008: Matilda
Nuevamente jueves, nuevamente Lavardén bajo el ciclo MP5, nuevamente delirio de sonidos.
El primero que tocó fue el invitado
Javi Punga. No recuerdo bien por qué elegimos no verlo, pero por lo que me contaron
su apellido artístico le calzó como anillo al dedo.
Lo que sí (sí, sí) valió los cero pesos que pagamos de entrada fue lo nuevo, el disco que presentaron los
Matilda, su segundo trabajo, llamado
Para ser movimiento, y a él pertenece la excelente gráfica que encabeza estas palabras.
Ver a
Matilda puso en jaque todas mis expectativas. Para empezar si nada conocés (mi caso) tal vez esperes ver una minita con voz de beso cantando aggiornados y desafinados folks con su guitarra acústica. Ahora matemos a la minita, quememos la aburrida viola acústica y pongamos en su lugar dos masculinos, el uno la voz, el otro el bajo, sumémosle pistas techno excelentemente producidas, y nos empezamos a acercar. Continuemos con la voz: afinémosla, profundicémosla, texturémosla cual
Gahan o
Moura, y extendamos el registro desde donde queramos hasta donde queramos, y he ahí el cantante. Por último pónganle mucha onda y un pegadizo estilo de baile a ambos, y he ahí lo que son.
Bue-ní-si-mos.
Durante el espectáculo me pregunté cómo hubiese sido el mismo show en un boliche, y confirmé que les sientaría perfecto. Con esta formación casi tripartita cocinan una música llena de incitaciones para moverse. Así que a conseguir el disco, que la rompen.