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24 noviembre, 2006

Los reyes son nuestros esclavos

Las abejas obreras se pueden ir
incluso los zánganos pueden volar
La reina es su esclava.
(Worker bees can leave
Even drones can fly away
The queen is their slave.)
A alguno seguramente le sonará esta poesía haiku. No soy el único obsesionado con Chuck Palahniuk, escritor de esa tremendez denominada El Club de la Pelea (Fight Club). Algunos hasta sienten asfixia. A otros se les retuercen los intestinos. A todos nos remueve.

19 noviembre, 2006

No me gustamos

Mientras organizo los mil CD's vengo bajando, algunos de los cuales seguramente voy a estar comentando alguno de estos días, me acordé de hacerle honor al título de este post(a).

¿Cómo se dice cuando querés decir algo sobre vos, pero que en realidad es sobre nosotros?

Sucedió un día que me quería referir a mi y a una chica que me acompañaba que no me gustabamos... ¿que no me gustábamos? No... No nos gusto. No. ¿No nos gustamos? ¿Cómo se diría? ¿Cómo se diría si yo quiero decir que a mí no me gustaba ni ella ni yo en conjunto, como nosotros?

¿Es un tiempo verbal inexistente? ¿La única forma es separarlo en dos? ¿Es una tendencia que tiene la gramática hacia el análisis y no hacia una síntesis?

Por favor si algún transeúnte sabe la respuesta y la tiene, deje su comentario.

01 noviembre, 2006

Una aspirina por Arbolito

Escuchar Arbolito, el vindicador.

Relatado en un show en vivo de la banda que lleva el nombre del indio mapuche. Muy buena banda, por cierto. Son esos nombres que, desde muy abajo, empiezan a sonar cada vez más y más. Se autoengrandecen cada vez más. Mejor. La mezcla es perfecta: folclore, reggae, rocanrol, conciencia. Sólo le faltan colores (!).

A continuación un extracto de Arbolito, el vindicador, un texto por Osvaldo Bayer.
En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia, contrató al oficial prusiano Rauch, nada menos que para matar indios, su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad.

Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual.

Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía “hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles”, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban “Arbolito” lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas.

La Ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las exequias, las ricas de todo ese período argentino.

Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda.
La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas… el querido Arbolito.

En las palabras del mismo Bayer en el audio precedente, fíjense qué occidental y cristiano. Práctico también, agrego yo. Hijo de puta, también, ¿no?

En honor a que en Azul la calle Coronel Rauch cambió su nombre por Arbolito, y en pro a que a la localidad que lleva el primer nombre comience a llevar el segundo.