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29 agosto, 2011

La comunicación inexistente

La poesía está muerta. La reemplazó la canción, una yuxtaposición de ella con la melodía que la distorsiona para encajarla; y los guiones, donde pequeñas epifanías son empujadas en algunos intersticios, endureciéndolos, fragilizándolos.
Las redes sociales nos están haciendo cada día más conscientes de una de las más modeladoras características humanas. En Revólver pusieron algo así como "Somos adictos a la aprobación. Estamos en esto por la palmada en la espalda y el reloj de oro. El hip, hip, hurra. Mira al chico brillante con la placa, puliendo su trofeo. Brilla, tú, diamante loco. Porque somos monos envueltos en trajes suplicando por la aprobación de otros. Si lo supiéramos, no lo haríamos.". Y ya fue demasiado largo y nadie terminó de leerlo. Ni yo. Por eso me gusta mucho más lo de "Le scaphandre et le papillon" que dice "Somos todos niños, todos necesitamos la aprobación", hablando de su padre.
Eso y el sexo. Facebook del sexo es un oxímoron. Este blog tiene más visitas en un mes por haber puesto "porno rosarino" de título (¡1300!) que por todo el resto contando desde su génesis. El 90% de internet es porno. Noventa por ciento. Es increíble que sea, a su vez, lo más censurado. Históricamente. Malditas religiones. Con la culpa como su herramienta nos infectaron con un gusano troyano. Pajero, puta, cornudo, hijo de puta, chupapijas, gato: los peores insultos son todos teológicos. Es normal ver en esa caja del pasado, otrora TV, un humano matar cientos de desconocidos, desgarrarle el pellejo a un igual, y comerse el cerebro de otro flaco. La mayoría de nosotros pasa la vida entera sin acercarse siquiera a algo que se le asemeje, aunque sea al conocido de un desconocido. Pero, sin calentura explícita por favor, sacame esa erección apuntando a esa humedad. Estoy esperando la evolución, ya no física sino espiritual, para así poder disfrutar de un humano cogiéndose a miles de otros. Como era antes, en los dulces tiempos de los griegos, donde, bueno, había esclavos por doquier y tampoco eran perfectos, pero qué época, que manoseo intelectual. Hayas lo que hayas estudiado estudiaste mil griegos. Y cogían. Mil. Todos nuestros viejos cojieron, mil: sépanlo cobardes.
Y esto no lo lee nadie. No me importa lo que estás pensando. Me distraje en el medio de tu comentario. No se ni en qué idioma me hablabas. Solo miraba tus labios moverse mientras escribías.
Hay dos frases que hacen analogía al sexo y que me encantan. La primera se la robé a un profesor del terciario en el poli. Un viejo barbudo, malhumorado, malhablado, que sabía mucho de poco y poco de mucho, y que no le caía bien a nadie, por supuesto ni a mí. Cuando se refería a la televisión decía que se trataba de masturbación mental. Posta. Hoy también hay masturbación social. Masturbar es cojerse homosexualmente. Dudo al escribir esa palabra, homosexual, por el peso, porque ningún igual social me va a masturbar si lo explicito, a todos les da miedito que los tilden de putos. Evito el "/putas" porque las chicas son más copadas en ese sentido. Me atrevo a decir más evolucionadas, dejando la misoginia por un párrafo de lado. Se gustan más entre ellas. Bueno, son más lindas también. Pero igual, no habría por qué... Debe haber una razón antropológica inalcanzable para estas neuronas, pero tal vez, tal vez... sea que les tenían que gustar los senos de su madre para transárselos y así poder alimentarse y sobrevivir, y algo de todo eso quede. Aunque seguro que es mucho más.
La otra frase tiene que ver con la gente que siente que no nació en el cuerpo de un, pongamos, ya que estamos, latino. Son travestis culturales, o transculturales. Muchos dirán "bueno, eso es mucho más común, fucking globalización y sarasa", y es cierto, pero también es cierto que hay algunos que lo llevan al extremo de la exageración. Veo un video de Boom Boom Kid y creo que posta loco vos deberías haber nacido en Los Ángeles. A todo esto, es una tendencia muy direccionada y no tan "azarosa" como los frustrados sexuales que necesitan esa prenda de ropa u operación para identificarse. Nada de andar creyéndose boliviano: yankee, europeo, japonés, esa onda. Potencia mundial, sine qua non. El marketing es cuna de milagros. Generalmente los caracteriza un snobismo bastante marcado. Y los dejo ahí porque son presa fácil y algunos hasta me caen muy bien. Admiro como escriben, todo.
Me gusta pensar que los blogs eran lo que quería Christian Slater en el peliculón Pump up the volume, ese algo nuevo que le iba a dar identidad a los pendejos para incentivar a la rebelión.

Pero no. Nada cambia nada. Si los floggers fueron la revolución de nuestra generación estamos perdidos.
Lo mejor y lo peor es el acostumbramiento. De otra forma la vida sería más insoportable de lo que ya es. Ya fue, juguemos a la viborita mientras carga el video de YouTube. El vacío tiene un sabor amarguidulce.

25 agosto, 2011

Por qué hay que mirar Breaking Bad

  • Es esa clase de series formato película en la que cada capítulo es mejor que Titanic.
  • Está llena de furia, bronca y rebelión contra el sistema, y el protagonista hace catarsis total, cambiando radicalmente.
  • Las pausas. Pequeños detalles en algunos capítulos que hacen sentirla real. Arrastrar un cadáver por una casa es pesadísimo y un garrón longevo. Una impresora matriz de punto tarda siglos en imprimir la factura de un hospital. A una mesa de 4 patas parada en 3 hay que arreglarla con algún papel, y cuántas veces hay que doblarlo es cuestión de varias pruebas y errores.
  • Bryan Cranston, el actor que interpreta al personaje protagonista, Walter White, también hizo un personaje memorable en Seinfeld.
  • El personaje de Jesse comienza siendo un pendejo descerebrado, y al ritmo con el que la tierra gira se convierte en un adulto, tal vez no tan astuto como el profesor White, sí con mucha mejor retórica: sus cicatrices hablan y callan por sí solas.
  • Solo por el S03E10, Fly, vale la pena ver todo los capítulos anteriores, so adicción eterna. Las moscas son buenas inspiradoras de películas, esto ya lo sabemos, y que todavía se le pueda dar semejante vuelta es sencillamente tremendo. Obsesión, represión, los asuntos que mejor ni hablar, mentiras que tienen partes de verdad y viceversa, convivencia: todo en 40 minutos.

11 agosto, 2011

Enodiorados

Desde el principio que empezamos fregados. Tu disponibilidad, pese a tu compromiso, y mi sed fueron los ingredientes. Chistes, sonrisas, tragos, cigarros, música, oscuridad, reserva, acercamientos. La determinación los cocinó, el sexo exacerbado los catalizó. Todo continuó así por días y por noches. Demasiados días, demasiadas noches. Tu desdén me recordó mi inseguridad, y caí en la soberbia y estúpida trampa de negarla. Te vi mentir, te vi ser mala, y me regocijé de no ser él. Lo dejaste. No lo dejaste. Me empezaste a mentir, a ser mala, infame, y no te vi más, solo veía al mirarte mi reflejo, distorsionado por la nieve cristalizada en el acrílico de mis gafas. Lo comprobé. Mil veces. Demostré que el sabor de la venganza es amargo, ácido, agrio, astringente. Como el que deben tener las entrañas de un rumiante después de días a la intemperie para el comensal más hambriento: asqueroso, satisfactorio y luego repugnante. Me desconocí. Me arrepentí de todo, menos de las palabras.
Juntos éramos radioactivos. Enamorados nos describió, y todavía, pero al revés.
Ni siquiera tenemos una historia. Esto no es una historia, tampoco crónica. Es la montaña rusa perversa, cínica, de nuestras almas. Una resaca, una noche con lagunas, este insomnio, un amanecer muy dolorido.
Para qué más detalles, ni un final que no hay, solo esta sensación.