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31 marzo, 2007

Uno de ajedrecistas


Me gusta el ajedrez. No me gusta jugarlo, me gusta el juego. Es una imitación de un sistema social humano que tiene los actores más comunes sobre los que nos informamos todo el tiempo.

La cantidad de partidas posibles en ajedrez es finita. Por supuesto que hubo matemáticos que trataron de estimar este número, y encontraron que es alrededor de diez a la algo bastante grande: 10123, , o por ahí. Para los que no tienen idea esto significa que tienen que agarrar un 1 y agregarle 123 ceros a la derecha, o unos 1050 ceros (inducción), dependiendo de la estimación a la que más le crean. Ni siquiera se si estoy hablando de la estimación del mismo número pero tampoco es importante: es lo suficientemente grande como para que sea inenumerable por cualquier mortal. De todas formas este número es finito y posible de calcular porque se conocen los grados de libertad de los actores y las restricciones que ofrece el escenario.

La realidad, en cambio, es completamente diferente: los escenarios rara vez están tan definidos, no hay reglas, la cantidad de actores es inestimablemente mayor y cualquiera de ellos tiene muchos más grados de libertad (habrá quienes más y quienes menos en función de sus recursos, aunque no se si esta diferencia es tan significativa), y los actores condicionan sus comportamientos entre sí más allá del casillero adonde están parados (fuente, este último apartado, de increíble cantidad de incertidumbre, con herramientas tan poderosas como las mentiras). Con esto se puede clasificar como falaz cualquier predicción del futuro a largo plazo, y a cualquier bola de cristal, aparato o persona (léase astrólogos, cartomancistas, quiromancistas, *istas) que haya sido utilizado para obtenerla.

Me siento un poco como Felipe. Cuando analizo los comportamientos de los seres que me rodean para determinar cómo debo actuar la complejidad del asunto es tal que sencillamente me olvido del por qué de la conclusión a la que había llegado. De a uno todo más o menos bien, de a dos ya mi cerebro se sobrecalienta, y de a trés o más explota y me quedo callado, para tratar de intervenir lo menos posible. Entonces me doy por vencido, me superan, no los entiendo, me olvido de la conclusión que quién sabe si útil o fútil.

Por eso hoy no hay conclusión. Vos, lector de este post (lector liviano o pesado, no importa) sos parte de un sistema social que me afecta, así que ojo con lo que hacés.

23 marzo, 2007

Eres para mí, eres

Está para enamorarse. ¡Que lástima que esa frase no es mía! Algún día me voy a internar a escribir un libro que se llame así, y si no truncaré mi sueño en un post muy largo como hacemos los buenos perdedores.

El amor es simétrico, sin dos partes iguales no funciona. Todo el resto de situaciones o sentimientos que comparten el mismo significante son distorsiones no defectuosas que tienen otras utilidades, como ayudar a matar el tiempo, ocupar nuestra mente durante peligroso tiempo ocioso, ayudar a masturbar la mente. Pero no son amor. Por eso cada vez que escucho a alguien decir que está enamorado de o te amo me pregunto cuánto hay de todo esto, qué será de la otra parte.

Hay música para cada ocasión, eso todos lo sabemos, pero hay música que está para enamorarse, y esto sí que es mágico. Dentro de este tag en el cual tengo poquísimos temas hay dos que parecen mirarse a los ojos, que encarnan a la perfección esto de lo que hablan sus letras, que se tocan, acarician, se sienten. Ella abre sus piernas, el le abre su alma. Juntos se sienten hermosos. La vida sin el otro no es la misma vida. En una separación (siempre puede pasar) muere un poco de cada uno.

Ella, Eres para mí de Julieta Venegas


Él, Eres de Café Tacuba


Pero si hasta en argentinazo arravalero quedan, "Eres para mí, eres".

21 marzo, 2007

Fujiya & Miyagi

Es una linda banda esta, Fujiya & Miyagi, poseedores de un tema de esos que hacen enviciarme (o de esos que se envician conmigo, como las drogas con Marilyn Manson) que se llama Collarbone.

Hay dos videos en YouTube que según mi parecer representan el tema igualmente bien. El primero es el videoclip del tema:
Para niños, ¿no? No está mal eso...

El segundo, definitivamente el mejor de los dos, un comercial de Jaguar:

El clip es una idea simple alargada tres minutos y algo... El segundo, en cambio, con todo el marketing que merece, es sencillamente fabuloso. También utiliza la simplicidad del tema para hacer una publicidad simple que utiliza sólo las imágenes, algunas situaciones y su coordinación con la música para 30 segundos de eso y nada más. La clave es la de siempre: noche, minas, clase, pero qué bien que combinan con el tema.