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10 diciembre, 2007

Caribe atómico de Aterciopelados

Aterciopeladísima música de invierno a verano

El aleteo de mariposa que originó la llegada a mi disco rígido de este disco lo puedo remontar al año mil novecientos noventa y seis en lo que sería el comienzo de una apreciable serie de play tras play cuando Andrea Echeverry irrumpió con su voz hasta la perfección la para nada acústica versión unplugged de En la ciudad de la furia de Soda Stereo. Cuando la vi me enamoré, pero no fue hasta que cantó que tuve una erección. Dos años después ella pondría su voz junto a sus Aterciopelados en Caribe atómico, y ellos ya no existirían.

La mejor definición que encuentro para el mismo es que es un disco lleno de amor. Por momentos esto se siente como una presencia, en forma de deseos y de consejos, y en otros como una ausencia, en forma de historias. A esto último viene el tangazo

Dentro, muy dentro
Como un implante
Incrustado en mi interior

En mi cerebro
Nube implacable
Mi voluntad destruyó

Poquito a poco
Tú te instalaste
¿eres huésped o invasor?

Tiñes mis días de fatal melancolía
Eres el hacha que astilló toda mi vida
Premeditada y divina

Cruel y despiadado
Me has humillado
Y sin embargo aquí estoy

Aunque me ultrajes
Aunque me uses
Siempre a tu disposición

Se acabó
He llegado al límite
De mi ciega devoción

Tiñes mis días de fatal melancolía
Eres el hacha que astilló toda mi vida
Premeditada y divina

Quiero desintoxicarme
Cortar esta dependencia
Antes que sea tarde

Tiñes mis días de fatal melancolía
Eres el hacha que astilló toda mi vida
Maligno
Aterciopelados

El resto del disco también osa teñir el tiempo. Cosmos, seguido de un hipnotizante Péndulo, un tratado sobre la apretadísima vida urbana en Humo y alquitrán, un recursivo Mañana... y todo así, explorando géneros de toda índole. Ideal para el cambio de estación que se viene, tanto hacia el calor de los sureños como para el frío de los norteños.
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